La vida es sagrada por ser vida, por ser vida humana creada por Dios.
Única, individual, ya sea recién concebida o con 70 años de vida.
La vida no es sagrada por el cargo que una persona ostente, ni por si ha logrado nacer ni por si ha sido asesinada en el seno de su madre.
Por eso pregunto, a esta sociedad enferma, que ha perdido el genuino respeto por el valor de toda vida:
¿Por qué es más importante el atentado a la vida de la vicepresidente que el asesinato de miles de niños por nacer que esa misma vicepresidente apoyó?
¿Por qué es más importante la psicópata que ayudó a legalizar el asesinato de niños que el psicópata que quiso matarla?
¿Será porque la vicepresidente viste atuendos millonarios, oportunamente adquiridos con dinero robado a quienes la apoyan, mientras que los niños por nacer, asesinados, nunca han tenido la oportunidad de vestirse?
¿Será porque la vicepresidente puede recibir el apoyo Papal, pero los niños por nacer, asesinados, no pueden recibir llamadas?
¿Será porque la vicepresidente es la supuesta representante de un pueblo zombie, al que ella misma ha expoliado, mientras que los niños por nacer, asesinados, no han tenido posibilidad de ejercer su libertad humana para ejercer el bien o el mal?
Lo políticamente correcto ya se escucha, unánimemente, en todos los medios de comunicación.
La verdad es más importante.